Nuestra experiencia NeuroVIZR se basa en la relación dinámica entre las frecuencias tanto de la luz como del sonido.

En nuestra era de tecnología y ciencia, es común y plausible considerar la información y la comunicación en términos de "frecuencias". A menudo me preguntan sobre frecuencias y me esfuerzo por responder con honestidad, según mi leal saber y entender.

Cuando se trata del tema de las frecuencias Solfeggio, debo admitir que tengo reservas. Mi evaluación se basa en un análisis objetivo de sus orígenes y su reciente incorporación a la cultura popular. Tengo la edad suficiente para haber participado activamente en el Movimiento del Potencial Humano y el auge del "bienestar natural". Presencié, en tiempo real, las promesas de las versiones de Horowitz/Puleo de las antiguas frecuencias Solfeggio y, sí, incluso tengo el libro que se describe a continuación.

No sé cómo te sentará este ensayo, ya veremos. Mi intención es ser sincero.

Comprender las frecuencias Solfeggio

Probablemente ya conozcas las frecuencias Solfeggio en los espacios de bienestar, esos tonos de sonido especiales que se dice que curan el cuerpo, equilibran la energía y elevan el espíritu.

La versión moderna de estas frecuencias fue creada por el Dr. Joseph Puleo, naturópata, y el Dr. Leonard Horowitz, defensor de la salud pública y apasionado por las ideas alternativas. Tomaron un antiguo método de enseñanza musical y lo integraron en un sistema que combina el estudio bíblico, los números y las vibraciones curativas.

Es una historia fascinante, pero que se basa en métodos cuestionables, como las interpretaciones personales de la numerología bíblica. Estas ideas se popularizaron dentro de la Nueva Era sin pruebas sólidas que las respaldaran. Analicemos cómo se desarrollaron, cuándo surgieron y por qué resultan a la vez cautivadoras y controvertidas, manteniendo un enfoque claro y objetivo.

Raíces históricas

Para empezar, es importante separar las frecuencias Solfeggio modernas de sus raíces históricas.

En el siglo XI, un monje llamado Guido d'Arezzo creó el sistema solfeggio original para enseñar a los cantores cantos gregorianos. Utilizó las sílabas Ut, Re, Mi, Fa, Sol, La, de un himno a San Juan Bautista para ayudar a los cantores a memorizar patrones de entonación, similares al do-re-mi que conocemos hoy.

Este sistema se basaba en notas relativas, no en frecuencias específicas medidas en hercios, un concepto que no existía hasta el siglo XIX. Los cantos variaban según la región y no estaban ligados a números exactos ni a poderes curativos.

Puleo y Horowitz, sin embargo, afirmaban que sus frecuencias eran antiguos tonos «perdidos» con energía divina, ocultos por la historia o la Iglesia. Los musicólogos, no obstante, no encuentran evidencia de ello en los registros antiguos; se trata más bien de una reinterpretación moderna inspirada por la curiosidad espiritual.

El renacimiento moderno

La historia del Dr. Puleo comienza a mediados de la década de 1970, alrededor de 1974, cuando exploró la sanación natural y las ideas vibracionales. Describió haber tenido experiencias espirituales, visiones o una sensación de guía divina, que lo llevaron a estudiar la Biblia utilizando un método que denominó reducción numérica pitagórica.

Este antiguo sistema numerológico consiste en sumar dígitos hasta obtener un solo número del 1 al 9, que se cree revela patrones universales ocultos. Es fascinante, aunque también subjetivo; la numerología puede encontrar patrones en cualquier parte si se busca con suficiente atención.

Puleo se centró en el Libro de Números, capítulo 7, versículos 12-83, que enumera las ofrendas de las doce tribus de Israel durante doce días. Observó frases que se repetían cada seis versículos (como «el primer día», «el segundo día») y lo consideró significativo.

Luego redujo la numeración de los versículos a un solo dígito, por ejemplo:

Versículo 12 → 3 (1+2=3)

Versículo 24 → 6 (2+4=6)

Versículo 36 → 9 (3+6=9)

Esto dio como resultado 396, y al repetirlo con otros conjuntos, obtuvo 417, 528, 639, 741 y 852, interpretados como frecuencias de Hertz. Puleo relacionó estos números con patrones del Salmo 119 y con los alfabetos inglés y hebreo, donde los números a menudo se reducen a 3, 6 o 9, símbolos de «plenitud».

Él creía que se trataba de códigos divinos de sanación, quizá colocados intencionalmente en la Biblia. Sin embargo, los estudiosos señalan que esta interpretación es selectiva; distintos versículos o métodos matemáticos producirían resultados diferentes, convirtiéndola más en una interpretación personal que en una verdad universal.

Horowitz y los Códigos de Sanación

Inicialmente, Puleo compartió sus hallazgos discretamente, a veces bajo el seudónimo de Joseph Barber, dentro de círculos de medicina alternativa. Su labor cobró impulso en la década de 1990 cuando se asoció con el Dr. Leonard Horowitz, un ex dentista convertido en defensor de ideas de salud no convencionales.

Juntos, añadieron tres frecuencias más: 174 Hz, 285 Hz y 963 Hz, al extender el patrón numérico. Horowitz defendió especialmente la frecuencia de 528 Hz como un «tono milagroso» para la reparación del ADN y la energía del amor.

En 1999, publicaron Healing Codes for the Biological Apocalypse, un libro de más de 500 páginas del grupo editorial Tetrahedron de Horowitz, que describe las frecuencias, sus supuestas raíces bíblicas y sus usos en la terapia de sonido, la meditación y la protección espiritual.

Obras posteriores, como El Libro de 528 (2011), profundizaron en el enfoque en estos tonos como herramientas antiguas redescubiertas.

Las nueve frecuencias Solfeggio y sus supuestos beneficios

Cada frecuencia del sistema de nueve tonos estaba vinculada a beneficios emocionales o físicos específicos, a menudo relacionados con los centros energéticos del cuerpo (chakras):

174 Hz – Alivia el dolor y fomenta una sensación de seguridad

285 Hz – Favorece la curación y fortalece el sistema inmunitario

396 Hz (Ut) – Libera la culpa y el miedo, conectando con la tierra.

417 Hz (Re) – Favorece el cambio y elimina los bloqueos emocionales.

528 Hz (Mi) – Promueve el amor y la transformación (“tono milagroso”)

639 Hz (Fa) – Crea armonía en las relaciones

741 Hz (Sol) – Potencia la intuición y elimina la negatividad

852 Hz (La) – Mejora la claridad espiritual

963 Hz – Conecta con la consciencia superior

Estas ideas tienen gran acogida porque son accesibles: cualquiera puede escuchar una canción en línea o usar un diapasón para sentirse parte de algo profundo. Encajan a la perfección en la cultura del bienestar digital actual, atrayendo a quienes buscan alternativas a la atención médica convencional.

El patrón 3-6-9 incluso evoca la fascinación de Nikola Tesla por esos números como claves de la energía universal, añadiendo otra capa de intriga.

Una perspectiva fundamentada

Aquí es donde mantenemos los pies en la tierra: todo comenzó con la interpretación personal de Puleo sobre los números bíblicos, un sistema más simbólico que científico. Evolucionó hasta convertirse en un sistema de creencias de la Nueva Era que promete curación del ADN y equilibrio energético, pero ninguna evidencia empírica respalda estas afirmaciones.

Los registros históricos no muestran estas frecuencias en la música antigua, y la investigación sobre terapia de sonido sugiere que cualquier efecto calmante proviene de la relajación general, no de valores específicos de hercios. Los musicólogos también señalan que las frecuencias no se corresponden con sistemas de afinación históricos como la escala pitagórica.

Las afirmaciones adicionales de Horowitz, como que la afinación musical estándar (A=440 Hz) es perjudicial, son dramáticas pero carecen de fundamento.

Sin embargo, a partir de 2025, las frecuencias Solfeggio siguen siendo una tendencia importante en la cultura del bienestar, con millones de personas escuchando estos tonos para relajarse o concentrarse. Ya sea por el efecto placebo o por algo más profundo, su popularidad demuestra nuestro persistente deseo humano de encontrar significado y conexión a través del sonido.

Es una historia fascinante que mezcla fe, números y esperanza, pero sus raíces en la numerología y su salto a poderes curativos no probados nos recuerdan que debemos abordar el tema con los ojos abiertos.